Wilbur y Orville Wright fueron dos pioneros que hicieron volar un cacharro más pesado que el aire. Los hermanos Wright, tenían una fábrica de bicis. Los hermanos Wright no tenían título de ingenieros aeronáuticos. La aeronáutica no existía.
Los hermanos Wright construyeron su máquina de volar, como la llamaban, sobre la base del único sistema que funciona. El de prueba y error.
Ya que estoy con la cosa de los aviones: el primer motor a reacción que se desarrollo fue sobre la misma base. Y así con la mayoría de las cosas que te rodean. Aunque te hayan hecho creer todo lo contrario. Que todo se debe a una planificación, muy pensada, con una gran base académica, y desarrollada desde “arriba”. Mentira cochina.
La base del avance, del desarrollo y del bienestar asociado a ellos, está en encontrar la combinación entre la biblioteca y la pelea callejera.
Si solos pasas tiempo en la biblioteca, te vuelves un cuentista de la peor especie. Esa clase de tipo, que abunda por universidades y escuelas de negocios al uso, con la faltriquera llena de relatos sobre como le ha ido a los demás, sin que él nunca se haya jugado nada, porque entre otras cosas, nunca lo ha intentado.
Si solo pasas tiempo en la calle, te pierdes parte de la base mínima de conocimiento que necesitas, para al final, poder juntar algunos puntos, y poder entender si has encontrado algo que de verdad valga la pena.
Si piensas que todo el conocimiento que puedes adquirir esta en los libros y en las aulas, estas equivocado. Si piensas que leer y aprender es una pérdida de tiempo, también estas equivocado.
Diferencia entre lo teórico y lo real. Lo práctico es aprender cosas mediante la lectura y las aulas, y salir a la calle a ver si la cosa funciona. Si no sales a la calle y buscas pelea, no aprendes cómo funcionan las cosas de verdad, y vas a seguir pensando que cuando tiras una moneda al aire hay un 50% de posibilidades de que salga cara o cruz (probabilidad teórica).
La calle es el campo de experimentación y lucha. Lo aleatorio está en la calle. En la calle están los buenos y los malos, los inteligentes y los idiotas, todos mezclados, todos juntos. Puro caos. Y los libros, y las aulas te escamotean esa realidad incomoda. En los libros y las aulas no cabe la textura de la realidad, esa textura solo la puedes tocar en la calle. Sal, pelea, y aprende.
Lo mejor es pasar un tiempo en la biblioteca, salir a la calle y buscar pelea. Y después de la pelea volver a la biblio, a leer un rato, recuperar fuerzas y curar heridas. Y acto seguido, volver a las andadas. Además es divertido. Piensa que en una misma esquina, lo mismo un día te encuentras con una puta, o con un obispo.
Te lo resumo en este trabalenguas. Cuando decides dejar de hacer, y dedicarte solo a pensar cómo se hacen las cosas, pronto descubres que la mejor forma de pensar es haciendo. Si olvidas cómo se hace, pronto olvidas cómo se piensa. Pensar y hacer. Hacer y pensar. Son las dos caras de la misma moneda.
Dedicado a Ignacio Fornes (@Nachsoyyo)