Existen dos categorías extremas. El de las personas que creen que todo es racionalidad y razón (certezas por todos lados), y no aceptan el concepto de azar, y el de las personas que asumen las limitaciones e imperfecciones de la realidad e intentan jugar con ellas.
Las personas razonables y puramente racionales, son aquellas que no entienden ni alcanzan a distinguir la textura de la realidad. Estos todavía no se han dado cuenta que la naturaleza no ha creado ninguna línea recta (o muy pocas, ahora no caigo en ninguna). Las otras personas, creemos en las limitaciones e imperfecciones de la realidad, de nuestra forma de pensar y actuar.
Pero el problema es más profundo. El sistema de enseñanza nos sumerge en un mundo ideal y simplificado que nos ayuda (o al menos eso dicen) a comprender las dinámicas de la realidad y de la composición de nuestro entorno. Hasta aquí todo bien. El problema está, en que al terminar los estudios, se les olvida decirnos que la realidad que nos han estado enseñando es una realidad de laboratorio, simplificada e ideal, y que la cosa no funciona así. Un olvido tremendo, que podemos pagar caro.
Una moneda en la calle. Simplificamos de forma suicida las explicaciones sobre la realidad. El no discernir entre lo ideal y lo real tiene graves consecuencias, y nos impide apreciar la realidad tal cual es.
Si te pregunto cuál es la probabilidad de que salga una de las dos caras cuando tiro una moneda al aire, sin duda me dirás que una entre dos. Sobre todo si has sido escolarizado. De hecho cuanto mayor sea tu grado de formación más convencido estarás, y más trabajo te costará bajarte del burro.
Esta es la prueba de cómo el sistema de enseñanza con sus bonitas y elegantes formulas estadísticas y matemáticas te ha hecho la puñeta. Vamos a intentar que abras los ojos.
En efecto, una moneda lanzada en un aula de un centro de enseñanza (colegio, instituto, universidad, escuela de negocios o cualquier otra) tendrá una entre dos posibilidades (50%) de que salga una de las dos caras de la moneda. En el aséptico mundo de la enseñanza con sus entornos de laboratorio controlados es así.
A esta tirada vamos a sumarle la textura de la realidad. ¿Es la moneda perfecta? ¿Es el ambiente perfecto, sin ausencia de perturbaciones? ¿Siempre se tira la moneda de la misma forma? ¿Siempre se tira la moneda con la misma fuerza, con la misma mano…?
Pues ya lo tienes, un 50% de probabilidades en un aula no es un 50% de probabilidad en la calle. Si no te lo crees porque tengas algún tipo de título universitario, o lo que es peor un máster, haz la prueba. Es sencillo, coge cualquier moneda y comienza a anotar las tiradas que obtienes. Después de unas cuantas tiradas (hay que tener paciencia) veras como la cosa funciona de otra forma a cómo te han enseñado. Vaya, parece que había algo oculto, y nosotros si n verlo. La realidad es compleja y desordenada.
Por cierto, esa pequeña diferencia de porcentaje que se da entre la cara y la cruz es lo que llamamos azar. Y es precisamente en lo que nos tenemos que fijar, y no lo que tenemos que despreciar.
Nota: Si tienes algún conocimiento de estadística, me puedes decir que si tiras un infinito número de veces, es un 50%. Y en efecto, lo es. El problema es que tú no eres inmortal, y por lo tanto no puedes tirar un número infinito de veces. Esa diferencia que existe entre las dos tiradas para llegar al 50% de probabilidad es lo que se llama azar. Y es lo que te han enseñado a despreciar cuando es lo único que hay que entender. Así nos va.